Ileva21

Tic… Tac… Tic… Tac… Parpadeo. Miro las impolutas paredes blancas. Inspiro. Tic… Tac… Tic… Tac… Recojo las rodillas frente a mi pecho, y las rodeo con mis brazos. Espiro. Tic… Tac… Tic… Tac… Estoy sola. Sola en esta banca, limpia, simétrica, perfecta habitación. Y la odio. Tic… Tac… Tic… Tac… Odio el silencio. Odio el color blanco. Odio el suelo acolchado. Odio las paredes de gomaespuma. Odio el reloj, que me recuerda cada segundo que estoy aquí encerrada. Tic… Tac… Tic… Tac… Quiero salir, pero la puerta es

La espuma salta a mi alrededor. Las olas me sacuden con fuerza, minando mis fuerzas.  Una extensión azul infinita se extiende ante mí. Doce de los míos nadan a mi lado, haciendo frente a la fuerza del mar. ¿Qué hacer? Solo podemos nadar, esperando llegar a la orilla. Recuerdo el barco. Todos estábamos a salvo, pero una tormenta estalló, y todos caímos al agua. Los hombres estaban entre nosotros, intentando subir a la superficie. Desde la cubierta, ayudaron a todos a subir, y nosotros esperábamos nuestro turno cuando algo explotó, y miles de pedazos de hierro y madera volaron por el aire. El

Trepé hasta el alfeizar de mi habitación, y apoyé la espalda en el quicio de la ventana; una pierna doblada sobre las antiguas piedras, y otra tentando al vacío, lánguida, relajada. Como si en cualquier momento fuera a saltar hacia la hierba del gran jardín. Observé el amanecer, con la mirada casi perdida. Cómo los tímidos rayos del sol empezaban a dar luz al mundo. Cómo poco a poco los árboles empezaban a tener ese color verde que les caracterizaba.  Cómo mi ropa dejaba de ser una mancha oscura, para dejar paso a un fino vestido amarillo claro, a juego con mis ojos dorados. De pro